viernes, 5 de noviembre de 2010

NUEVA VIDA


Desnudo el crepúsculo
con los senos del tiempo tendidos sobre lamentos.

La piel descalza,
herida,
enferma de tempestad,
supuraba llanto;
llanto de mí:
de cielos enrojecidos y nublados,
de soles eclipsados y vientos que destruyen,
llantos por lloviznas que no acaban,
por lluvias de madrugada que caducan los rezos.


Y estando así lo vi,
como estrella en un cielo negro,
Inmenso, absoluto
se abrió ante mí
No pude escucharle, no pude mirarle…

Fue entonces cuando en la vacuidad de los sentidos,
pensé es mejor no tenerlos;
y me alce hacía Él que me esperaba como en siglos lo había hecho.