martes, 21 de septiembre de 2010

MI VIDA COMO UNA FLOR


Cuando era apenas una niña leí en un libro una advertencia que debí tomar en serio: ¡Niños, atención con los baobabs! Ha pasado el tiempo y olvidé el consejo.

Voy a ser sincera, estos árboles invadieron un gran espacio de donde vivo y ahora apenas y puedo moverme. Voy a dedicarme a hacer limpieza y arrancar desde la raíz los baobabs para que no crezcan, para que no lo invadan todo, y voy a poner mucha atención en no desprender un rosal en lugar de uno de estos.

Ahora que he estado pensado en estos grandes árboles, en las semillas que les dieron origen, en cómo es que crecieron “tan rápido” que no me di cuenta… me han entrado unas ganas de ver una puesta de sol, igual que al pequeño Príncipe de aquel libro. Tengo el ánimo para eso, sólo para eso… ver el crepúsculo una y otra vez hasta que me invada un sentimiento de paz o algo parecido a lo que se siente cuando disfrutas de una paleta de grosella en la playa.

Me he preguntado qué es lo importante de todo esto, y me parece que lo verdaderamente importante es buscar eso que ha estado oculto por tantos años entre la maleza: mi Flor, por eso taladraré hasta que esté el campo limpio y pueda entonces verla; y si no está, no me importará porque una vez aniquiladas todas las raíces de los baobabs habrá espacio suficiente para sembrarla, y sé que seré feliz solo con mirarla, no es que me conforme, es que el sólo verla me llenara el alma, y sabré que esta tierra es apta para ella, y eso me hará sentir muy bien. No necesito más que los ojos que llevo dentro para observarla y reconocerla. Llevo su imagen impregnada en mis sentidos y no podría confundirme.

Ah, pero una vez teniendo mi Flor no debo confiarme, debo cuidar que no echen sus raíces nuevamente los baobabs. Nunca me perdonaría que después de haberme esforzado en limpiar el campo, por una distracción ingenua se ahogará entre rizomas mi Flor. Debo ser cuidadosa, uno no puede actuar igual cuando tiene conciencia que cuando no la hay, y después de haber trabajado la consecuencia de cualquier distracción no sería justa ni para mí ni para mi Flor.

Debo cuidarla como un gran tesoro mientras la tenga, que bien sé que un día se irá… no es eterna, al menos no en esta tierra. Podría arrancarla un viento furioso de huracán, o morir en un aguacero, podría no resistir varios días de penetrante sol y sequía o marchitarse simplemente porque ya es tiempo.

¡Algo así podría suceder en cualquier momento!

El día que no esté aquí, por el motivo que sea, quiero estar satisfecha y saber que la defendí, que fui cuidadosa con ella, que una vez que aprendí su valor la cuidé hasta el final; porque era mi deber.

jueves, 9 de septiembre de 2010

MUDANZA



Mudarme así,
y dejar huérfanos los recuerdos;
desolados, secos, amarillos
mirándome ir desde la ventana

En un día anochecido
llevando mariposas en las manos,
y los ojos honrándote en vigilia

Erguido el cuerpo en sutil melancolía
Las albas adorando mi cabello
y el alma henchida de dolores perpetuos

Mudarme en silencio
con esa ausencia de palabra
con la que uno suelta lo que más ama
porque no existen voces que retengan,
que ayuden a mejorar,
que borren,
que cambien,
que realmente nos hicieran empezar de nuevo.

¿Y para qué empezar de nuevo?
Si nuestras ofrendas nos deshonraron;
y después al perdonarnos
nos condenamos a ser incondicionalmente
los que somos y aceptarlo.

Lánguidamente mudarme
Para que nadie sepa cuanto dejo
y más aún para que ninguno sospeche el dolor de la renuncia,
para que quizás también yo
no distinga el ciclo pletórico de suspensos
que se arrodillarán junto a mi cada noche.

Sandra Vidal.D. R. ©

lunes, 6 de septiembre de 2010

ANUNCIO DE DESPEDIDA


Me iré cantando como cantan los pájaros el amanecer
con ese extraño sonido en el que parece que lloran los días de sus recuerdos

Me iré de prisa con esa ansia mía de buscar y encontrar
Olvidándome del mar y del sonido de las olas.
No me detendré en ti, ni en tus ojos de lagunas negras
que hace tiempo dejaron de mirarme.

Apenas empiece a obscurecer trazaré amplios caminos en el cielo;
porque habemos a quienes la noche nos alumbra más que el día
y las trabas son los puentes más perfectos.

Una vez lejos, con la quietud en el pecho
me sentaré a recordar como era…
y con certeza lo encontraré todo tan pequeño.

Así me verás salir,
dejar atrás las llagas de tus besos
y me buscarás fuera y dentro hasta que un día comprendas,
y dejes de tirar mi nombre al viento.

Cuando las ventanas de plata se abran
y no queden rastros de lo que fui
te estirarás queriendo alcanzar al menos un recuerdo
pero todo se habrá borrado como las huellas de mis pasos por la tierra.

Sandra Vidal.D. R. ©