La poesía tiene una peculiaridad que me fascina,nace en la locura de la soledad y en el grito de un silencio que se ha prolongado, pero el fruto de un estado tan íntimo, no podría tener valor si se mantiene en privado.
lunes, 1 de agosto de 2011
Escribir o no escribir, ese es el dilema.
Un enorme misterio envuelve la historia de la literatura universal.
Diferentes hombres dotados de talento, con un destacado don literario, deciden en algún momento de su vida callar. Dicen NO a la creación literaria.
Pero, ¿qué razones los orillan a decir no? ¿qué motivos los aíslan definitivamente del mundo de las letras?
Las razones son aparentemente variadas y la mayoría de ellas carecen de fundamentos reales o al menos convincentes.
¿Cómo comprender que escritores como Rulfo o Sallinger abandonan el oficio de escribir? ¿En qué momento muere la musa?
Cuando le preguntaban a Rulfo por qué ya no escribía, él solía contestar
“Murió el Tío Celerino que es quien me contaba las historias”.
La excusa es asombrosa y hasta podría decirse que la justificación está dotada de una enorme imaginación y originalidad, tal como la del escritor español Felipe Alfau quien usó como pretexto el aprender la lengua inglesa para justificar un largo silencio literario de cincuenta años.
¿Por qué callar?, ¿Por qué mutilar una etapa floreciente? o bien, ¿por qué jamás comenzar? ¿por qué retirarse antes de empezar la carrera? En el caso de aquellos creadores que optaron por no crear, que dijeron NO antes de dar a conocer lo que pudo llegar a ser una gran obra.
¿Pero, de dónde viene este mal? ¿Esta extraña enfermedad del silencio? ¿Este síndrome de Bartleby, aquél oficinista del relato de Herman Melville que cuando se le encargaba un trabajo o se le pedía que contara algo de su vida respondía siempre con la misma frase: “Preferiría no hacerlo”.
¿Es acaso miedo, inseguridad, egoísmo, vanidad? o es esta decisión más bien un alivio y no un infortunio para el escritor que abandona el mundo literario.
¿Es el encuentro a la claridad o una confusión que raya en la locura...?
Cuando un hombre como Caudou sustituye la ilusión de escribir por la agobiante idea de sentirse mueble, a partir de aquella reunión con el escritor que más admira; o cuando un hombre deja de escribir porque considera que no es nadie como en el caso de Pepín Bello, o bien cuando la fama se torna insoportable porque depende del "juicio de los demás" como decía Séneca; o cuando un escritor pasa una infinidad de tiempo sin escribir una sola línea porque anda en busca de un adjetivo como Pedro Grafias.
Cuando un hombre sea cual sea la excusa decide decir NO, es un hombre liberado, porque como decía Chamfort “Casi todos los hombres son esclavos porque no se atreven a pronunciar la palabra NO”. Sin embargo en el caso de los escritores del NO, esta liberación entierra para todos nosotros la posibilidad de disfrutar de un mundo de historias virtuosas y fascinantes.
Porque creo como cierto que el artista al nacer, jamás deja de serlo, simplemente, en ocasiones lo oculta, y lo disimula bien con el silencio.
Bien dijo Pere Gimferrer “el poeta sigue por las noches soñando poemas aunque no los escriba ya”. Refiriéndose al poeta catalán J. V. Foix cuando había declarado que su obra estaba ya cerrada.
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