miércoles, 6 de julio de 2011

Algún día recibí el poema más bello. Tú primer y único poema que según me dijiste te sacó un “dolor de cabeza”, y yo te entrego estas palabras a ti que siempre has estado presente. Donde quiera que estés aparte de mi mente.

NIÑO DE ABRIL

Aún te sueño en días de lluvia
como hoy (hace apenas un rato).
Estabas ahí con un montón de rosas rojas
frente a la puerta de mi casa;
y entonces recordé el dulce sabor de las uvas en mis labios.
¡No he vuelto a probarlo!

Te miré jugando con el agua
con tu risa de niño travieso.
Recordé cuando nos encontramos;
las miradas nos unieron.

Tus ojos azules,
azules
que nunca fueron
pero así los recuerdo:
como laguna,
como un cielo abierto.


Siempre contigo...
antes y después de ese día negro;
negro de llantos, de ojos cerrados y rezos.


Niño de abril
en silencio
te llevaste las palabras
y dejaste para armar
las letras regadas en mi pecho.

Ahora comprendo porque querías que brillara
pero no resplandeciera;
el destello que deslumbra es la luz que ahora me ciega.

Me sorprendo buscándote en los rostros que caminan a mi lado.
Niño de abril,
de ojos bellos
cómo apagó el resplandor de ese añil eterno .

Sandra Vidal.D. R. ©

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