Un collar de nombres te he puesto para nombrarte incesantemente,
y andar por el mundo despierta con tus nombres en la mente.
Tus nombres como campanas que tocan mi tiempo;
tiempo de ti, de ti junto a mí;
tus nombres, mi linterna;
tus nombres, mi consuelo.
Llevo tus nombres atados a mis tobillos,
entre mis ojos,
en mis oídos;
es todo mi cuerpo la casa cálida donde encuentran consuelo.
En un racimo de días azules te habré pensado varias veces
¡Qué hermosa que eras!
Y te nombré, te nombré…
Pienso que tal vez tu rostro se parezca a alguno…
¿Pero tu voz, tu mirada?
Cuando se trencen los caminos,
y el manto purpura del anhelo caiga como frágil pétalo.
Cuando en el mar amanecido seamos olas cara a cara;
tus nombres serán banderas al viento,
corazones enraizados,
coronas de poesía;
y entonces, podré dejar de nombrarte en silencio.
Sandra Vidal.D. R. ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario