Encontré consuelo en tu rostro pálido con prisa de ser un “hocico negro”.
Te seguimos fieles, artistas, amigos, pintores y necesitados; nos comprendemos y nos aceptamos.
A veces, cuando la velocidad es involuntaria, cuando nos lleva y nos trae a pesar de nosotros mismos, y la noche nos enrosca entre sabanas de tiempo, de ese que no se escapa y te revela allí, muy cerca del infierno, encontrar consuelo, es encontrarlo todo… La casa llena como la de Arles.
Se vuelve a iluminar la habitación con un amarillo brillante del piso al techo; ese amarillo tan peligroso como un agujero negro, se graba y se oculta en el viento, y cuando por fin alguien puede verlo, uno se siente feliz, a veces sin saberlo.
Puede suceder que entre tantos ruegos y sedientos esfuerzos, algo impresionante baja del cielo, y se disculpan los dolores y se justifica la pasión por los sueños.
Sandra Vidal. D. R. ©
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